"Los afanes de una vida"
Artículos en los semanarios jaqueses
"La Unión" y “El Pirineo Aragonés

JUAN LACASA LACASA

 

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TENÍA HAMBRE DE JACA Y SED DE ARAGÓN: DOMINGO MIRAL

15/04/1992

Cerrando el prólogo de la monumental narración jaquesa “Dos mil años de historia”, del prolífico y documentado Domingo Buesa Conde, afirmaba el maestro medievalista José María Lacarra, largos años director de los Cursos para Extranjeros, que esa labor universitaria era el hecho esencial de los primeros treinta años del siglo XX aquí y que iniciaba la renovación urbana y cultural de la Ciudad.

El fundador Don Domingo Miral y López había nacido en Hecho el 18 de febrero de 1872 y moriría en Zaragoza el 16 de abril de 1942. Se cumple en estas fechas la media centuria. Releemos cuanto escribíamos, en nuestra lejana juventud, en estas columnas y al pie de su esquela mortuoria y comprobamos que los largos decenios no han hecho sino afirmar y reiterar cuanto decíamos y vivos y activos siguen los Cursos y en fundamental modernización la residencia. La figura de Miral se agiganta, queda exaltada en el pasado jaqués y aragonés todo.

Miral era ante todo voluntad, querer lo que estimaba como bueno y alcanzar a realizarlo sometiendo a la suya las voluntades ajenas. Tenía una fe inquebrantable en Dios y en sus propias fuerzas con la ayuda de Él. Quería porque creía, dijimos en 1942 cuando su cadáver subía desde el Ebro, se detenía en la residencia y le acompañábamos al Hecho natal.

Su carácter, su estilo y sus maneras propendían a la afirmación y a la claridad en esquemas duros y ocurría, ajeno al “ensayismo” de los que revolotean sobre los temas sin decidirse a clavar, como una bandera, un sí definitivo, que su pensar subía por escalones superadores. Partiendo de la palabra literaria o de la forma artística se iba elevando hacia la Filosofía y hasta a la Moral, la Ética aun y la Teología. Todo a la vez fruto de su saber polivalente, su ambición autoformadora, su labor incansable hasta el final.

Pensó en Jaca y en el Pirineo próximo como un marco ideal para que los extranjeros entendieran lo español y añadió a esos deseos el que los maestros todos de las Universidades españolas, llegaran a Jaca para conocerse, convivir y sumar sus sapiencias. Y ello con una unión paradójica de intransigencia y máxima tolerancia, de afirmación de sus credos y de comprensión para los ajenos. Y así iban conviviendo en los veranos jaqueses Unamuno con Maeztu o Sancho Izquierdo con el socialista Andrés Ovejero, todos conferenciantes en los Cursos. Miral quiso a los jóvenes con ternura y hasta lirismo enmascarados de severidad. Las nuevas generaciones no le conocieron y los que tuvimos la suerte de tratarlo vamos desapareciendo. Intentamos con todo esto llegar si es posible a los jóvenes de hoy, en transmisión de herencias generacionales. Al alejarse el gran recuerdo vivo, sabemos que quienes siguen la tarea del Maestro, las autoridades académicas de Zaragoza, los dirigentes actuales de los Cursos, los pocos alumnos que quedamos, la Ciudad de Jaca, la Villa de Hecho, habrán de honrar su memoria en esta ocasión y siempre. Nosotros le evocamos desde el centenario semanario jacetano, con emoción y gratitud.

JUAN LACASA LACASA

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